La comunidad bloguera hace tiempo que está preparando actos para celebrar el centenario del nacimiento de Miguel Hernández. Se promocionaron concursos y recursos web muy interesantes. Nosotros no hemos sido indiferentes a todo este eco, pero sí hemos ido despacito. El grupo de 4ºA de ESO, después de sudar la camiseta y superar todas las contingencias que nos han ido frenando, hemos logrado hacer este sencillo homenaje. La clase se ha dividido en dos grupos, cada grupo ha escogido un poema. Las creaciones elegidas han sido Aceituneros y Nanas de la cebolla. El siguiente video ha sido leído, montado y realizado por: Arnau García, Simone Santana, Cristina Llobet, Diana López-Grado, Alex Llopis, Vanessa Fabregat y Eric García. Se ha vencido la vergüenza, se ha ensayado hasta la saciedad la estrofa, se ha analizado el poema y se ha estudiado al autor y al grupo que pertenece. Aunque imperfecto es nuestro trabajo y para que así conste se enseña.
NANAS DE LA CEBOLLA
La cebolla es escarcha
cerrada y pobre:
escarcha de tus días
y de mis noches.
Hambre y cebolla:
hielo negro y escarcha
grande y redonda.
En la cuna del hambre
mi niño estaba.
Con sangre de cebolla
se amamantaba.
Pero tu sangre,
escarchada de azúcar,
cebolla y hambre.
Una mujer morena,
resuelta en luna,
se derrama hilo a hilo
sobre la cuna.
Ríete, niño,
que te tragas la luna
cuando es preciso.
Alondra de mi casa,
ríete mucho.
Es tu risa en los ojos
la luz del mundo.
Ríete tanto
que en el alma al oírte,
bata el espacio.
Tu risa me hace libre,
me pone alas.
Soledades me quita,
cárcel me arranca.
Boca que vuela,
corazón que en tus labios
relampaguea.
Es tu risa la espada
más victoriosa.
Vencedor de las flores
y las alondras.
Rival del sol.
Porvenir de mis huesos
y de mi amor.
La carne aleteante,
súbito el párpado,
el vivir como nunca
coloreado.
¡Cuánto jilguero
se remonta, aletea,
desde tu cuerpo!
Desperté de ser niño.
Nunca despiertes.
Triste llevo la boca.
Ríete siempre.
Siempre en la cuna,
defendiendo la risa
pluma por pluma.
Ser de vuelo tan alto,
tan extendido,
que tu carne parece
cielo cernido.
¡Si yo pudiera
remontarme al origen
de tu carrera!
Al octavo mes ríes
con cinco azahares.
Con cinco diminutas
ferocidades.
Con cinco dientes
como cinco jazmines
adolescentes.
Frontera de los besos
serán mañana,
cuando en la dentadura
sientas un arma.
Sientas un fuego
correr dientes abajo
buscando el centro.
Vuela niño en la doble
luna del pecho.
Él, triste de cebolla.
Tú, satisfecho.
No te derrumbes.
No sepas lo que pasa
ni lo que ocurre.
Miguel Hernández, 1939
Fuente del poema
JOAN MANUEL SERRAT LE PUSO MÚSICA
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